- Este debate tiene 13 respuestas, 9 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 1 año, 6 meses por Maite Tudela.
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7 de marzo de 2022 a las 20:18 #2139Moderador
Maite Tudela
En este hilo de debate os invito a compartir reflexiones que os hayan suscitado los casos expuestos como:
¿Qué tipos de violencias habéis podido identificar en ellos?
¿Tienen parecidos con casos reales que os habéis encontrado en vuestra práctica diaria?
¿Qué elementos relacionados con la socialización de género se repiten en la mayoría?
¿Qué emociones os despiertan como profesionales estos casos?
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8 de marzo de 2022 a las 09:07 #2142Participante
MARIA JOSE MUELA GRANDE
Los casos expuestos son ejemplo de muchos de los que acuden a los CAID. Me conectan con la angustia y la impotencia. Repasando los casos actuales que tengo en consulta ( 4 casos nuevos) veo que las mujeres acuden al “centro involuntariamente” desde los servicios de menores/sociales poniendo el foco en el consumo de sustancias (alcohol, cocaína, cannabis) tanto para explicar los problemas actuales de la mujer en relación con menores o ayudas económicas (“todo esta mal porque consumen”)como para buscar la solución ( “que deje de consumir”). Exigen pruebas de tóxicos (Desde servicios sociales) para demostrar abstinencia ( estando en consumo) y validar así su situación. Una “”sin razón” sin duda y difícil el trabajo de explicar primero a los agente sociales ( que quieren abstinencia) que no es un centro de detección de tóxicos, que casi siempre esto va en su contra y que es un proceso mas largo de valoración y tratamiento. Y difícil también trabajar con una mujer que desconfía con toda su legitimidad, que hay que trabajar la conciencia de problema adictivo desde el principio, que hay que trabajar la alianza terapéutica con nosotros cuando tiene la “espada de damocles “encima y tenemos poco control sobre las consecuencias que la generara estar en un tratamiento, puesto que no siempre es favorable. No coinciden los tiempos ni los objetivos de Servicios Sociales, CAID y Usuarias. Hay muchos mas asuntos sin duda pero en general son casos que generan mucha impotencia por la multitud de interferencias e intereses diferentes entre instituciones.
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8 de marzo de 2022 a las 11:00 #2144Participante
RAQUEL ALBENDEA ALBENDEA ORTEGA
Respondiendo a las preguntas por orden,
Las violencias que se pueden identificar son la sexual, la física, la psicológica, la institucional y seguramente estará presente la económica, aunque no se nombre específicamente. Además de la estructural que sufrimos todas. Y seguro que se me escapa alguna otra.
Los casos citados podrían ser cualquiera de los atendidos en los CAID desde siempre, aunque creo que desde hace unos años, dando más visibilidad en su parte de violencia.
Los elementos que se repiten relacionados con la sociabilidad de género tienen que ver con el mito del amor romántico, la dependencia del hombre, el rol de cuidadoras, lo que significa ser una buena madre… en fin, los de una sociedad patriarcal con un machismo estructural de base.
Las emociones que me despiertan son varias y encontradas. Por una parte me surge la rabia, el espíritu guerrero, combativo contra la injusticia hacia las mujeres, que me empuja a hacer lo máximo posible para acompañar a estas mujeres en sus procesos, intentando que no me pueda mi rol de cuidadora también y convertirme en paternalista, y por otro la impotencia, ver que por mucho que avancemos, siempre queda trabajo por hacer.
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8 de marzo de 2022 a las 18:36 #2145Participante
Sonsoles Guio Fontes
en contestación a la primera pregunta, me pregunto ¿que tipo de violencia no se produce?
respecto a la segunda, sin son casos muy parecidos, y por otra parte cada vez mas en aumento de la presencia de mujeres en nuestros dispositivos, con una trayectoria previa de deambulación por parte de otors y múltiples y variados recursos, no siendo derivados en muchos casos l CAID, aunque cuentan con una historia de cosnumo importante, y siendo el factor común, intereses al margen de la mujer, y provocados por otras circunstancias.
presencia repetida de mandatos de género , que determinan la percepción y conciencia del problema por parte de las mujeres, la dherencia y evolución y pronóstico en el tratamiento
en cuanto a los sentimientos, a veces desbordamiento, otras impotencia, , pero tambien comprensión, curiosidad y generosidad unido a dedicación y esfuerzo para poder entender y ayudar
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9 de marzo de 2022 a las 11:49 #2156Participante
Mónica Serrano García
Respecto a las violencias que aparecen en este caso como han comentado previamente son la mayoria de las mencionadas a lo largo de todo el curso: fisica, psicologica, sexual, economica y desgraciadamente institucional.
Los casos tienen muchos elementos en comun con muchos de los nuestros en el centro, es muy habitual mujeres que llegan por derivacion de SS.SS por seguimiento respecto a la situacion de sus hijos, con la consigna de estar abstinentes y mantenerlo con mucha presion hacia ellas teniendo en cuenta que otros factores de pareja, laborales, economicos, psicologicos y sociales no estan mejorando al mismo ritmo como bien habeis descrito en el primer caso. Tambien como en los otros dos casos se ve que fracasan tratamientos sobre todo en recursos cerrados donde es más dificil individualizar la atencion, las normas y los espacios , y segun estan configurados estan más adaptados a las caracteristicas de los pacientes varones ya que son mayoria en los tratamientos. Esto hace que las mujeres no se adapten o se encuentren a veces en segundo plano sus necesidades.
Los mandatos de genero aparecen en los tres casos sobre el cuidado a otros, la maternidad, la sexualidad y la afectividad, la orientacion sexual, influyendo segun lo describis mucho en la evolucion de las pacientes.
Como profesional a menudo sienteo rabia e impotencia, el proceso que han llevado estas mujeres a veces ya es dificil de revertir como por ejemplo recuperar su rol de madres, reinsertarse laboralmente o resolver los efectos del trauma de abusos y agresiones sufridas durante muchos años. Por otro lado, tambien respeto y admiracion por el sufrimiento que han ido sobrellevando y por los intentos constantes de mejorar su situacion manteniendose en tratamiento durante años.
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9 de marzo de 2022 a las 13:47 #2157Participante
Maria del Pilar Benito de Dios
Estoy muy de acuerdo con la respuesta de Raquel. Se producen todos los tipos de violencia identificables, sexual, física, emocional, institucional, económica a pesar de que en algunos casos cuentan con las aportaciones económicas familiares no dejan de depender de estos, siendo su situación de precariedad.
Existen muchos similitudes con las pacientes que participan en el CAID, son casos totalmente reales.
Con respecto a los elementos de socialización de género que se repiten, como ya han indicado mis compañeras/os, el rol de cuidador, así como los mitos relacionados con el amor, siendo habitual encontrar todos los que el patriarcado de base en la sociedad que nos movemos están presente.
Como profesional siendo rabia, impotencia, me encuentro con barreras que constantemente hay que derribar y como se encuentran muchas de las mujeres de los casos expuestos que se pide mucha energía y esfuerzo para no alcanzar objetivos y no por falta de intencionalidad de las pacientes, si no por la propia sociedad e institución, en muchas ocasiones a pesar de alcanzar su objetivo de abstinencia existe la sensación de fracaso.
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9 de marzo de 2022 a las 22:54 #2160Moderador
Maite Tudela
Efectivamente, María del Pilar, en el primer caso expuesto por Gisela hemos querido traer a reflexión esta realidad con la que nos encontramos a menudo que es que después de procesos durísimos y deambulaciones por incontables servicios, cuando consiguen la abstinencia, la situación de precariedad que les toca vivir junto con el aislamiento por falta de apoyo familiar y social las lleva a una sensación de desánimo y de fracaso.
Os lanzo una pregunta: ¿qué elementos en los procesos finales de reinserción se os ocurren que deberían mejorar para evitar estas situaciones?
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9 de marzo de 2022 a las 22:45 #2159Moderador
Maite Tudela
Hola a toda/os, os leo después del 8M con energías renovadas después de haber vivido ayer una jornada ilusionante por, entre otras cosas, comprobar que los feminismos (aunque diversos) están vivos y dispuestas a transformar esta sociedad.
Yendo a vuestras respuestas tengo que deciros que me encantaría que este debate pudiera ser cara a cara para compartir todo los que me suscitan vuestras palabras.
En primer lugar me gustaría ir directamente a las EMOCIONES ya que, trabajando con personas tan dañadas, me parece imprescindible que incorporemos en nuestra práctica profesional la capacidad de escuchar lo que ocurre emocionalmente en nosotra/os, principalmente por dos motivos:
1/ Por un lado por mejorar nuestra efectividad: desde las teorías del trauma está demostrado que un elemento sanador en las personas que han vivido traumas es la capacidad de co-regulación con la profesional que las acompaña. Y para poder co-regular debemos cuidar nuestra regulación emocional.
2/ En segundo lugar por introducir el cuidado de nuestra salud emocional como un elemento indispensable para poder ejercer nuestra profesión “sin morir en el intento” y evitar que aparezcan situaciones de desbordamiento como muy acertadamente señala Sonsoles.
Muchas de vosotras habéis identificado la angustia y la impotencia. Impotencia derivada de diversas situaciones: por un lado, como señala Mª José, por este “sin sentido” derivado del hecho que no coincidan los tiempos ni los objetivos de algunas instituciones (SS, servicios de infancia…) con los de las propias mujeres añadiendo elementos de maltrato institucional que retraumatizan al convertirnos en “policías controladoras” de unas metas a veces inalcanzables e injustas. También Mónica señala la presión que supone tener que “demostrar” continuamente cuando el resto del entorno no las acompaña (laboral, familiar…).
¿Alguna vez os habéis hecho la pregunta de si, como madres y des del privilegio que ostentamos, pasaríamos las pruebas de “buenas madres” a las que ellas se ven sometidas?
Otras emociones que habéis mencionado son la rabia (que suele ir de la mano de la impotencia) aunque aporta un elemento movilizador y nos lleva al espíritu guerrero y combativo que señala Raquel que nos ayuda muchas veces a ir más allá, a intentar lo imposible a creer en ellas…Cuando yo empezaba en esta profesión (hace ya 30 años) mi supervisor de terapia me dijo que (en contra de lo que había aprendido en la carrera de la necesaria distancia profesional) había casos en los que, o alguien apostaba por ellos y le añadía un extra de implicación o no tiraban adelante. ¿Qué pensáis de esta idea?
Afortunadamente también sentimos otras emociones como las que señala Sónsoles: comprensión, curiosidad, generosidad o las que identifica Mónica: respeto y admiración que seguramente nos “alimentan” para seguir luchando por ellas.
Respecto al segundo elemento que he mencionado del porqué de atender a nuestras emociones, el auto-cuidado personal/profesional, os lanzo otra pregunta: ¿cuántas de vosotras/os contáis en vuestros centros con una supervisión periódica de equipo entendida como un espacio para tratar todo aquello que nos generan los casos a fin de cuidarnos y también de no dejarnos llevar por nuestras emociones y ser más efectiva/os?
A este respecto estoy totalmente de acuerdo con Raquel que apunta la necesidad de no caer en actitudes paternalistas que lejos de empoderar a las mujeres las sitúan en una posición infantizilada.
Otros elementos importantes que habéis señalado son:
Como indica Mª José, la dificutad de trabajar con mujeres que llegan a nuestros servicios con desconfianza. Tenemos que entender que la desconfianza en ellas es un elemento protector que surge de su experiencia de vida de no haber podido confiar en las personas que las deberían haber protegido. Si os fijáis, en la mayoría de los casos expuestos por Gisela las familias de origen no han proporcionado un apego seguro, al contrario, en muchas de ellas ha habido violencias ya sea directa hacia ellas o contra sus madres y su manera de salir de casa (de adolescentes) ha sido con “el príncipe azul” que ha resultado ser su maltratador.
El primero que puso la mirada en la relación parentofilial como fundamento de toda relación posterior fue John Bowlby. Actualmente su teoría, construida junto a Mary Ainsworth, nos ofrece un marco teórico de gran valor que pone de manifiesto la importancia del apego temprano y su influencia a nivel evolutivo en la edad adulta.
Para quien esté interesada/o en profundizar en las teorías del apego os dejo alguna bibliografía:
- Wallin, D (2012) El apego en psicoterapia. Desclée de Brouwer
- Holmes, J. Slade, A. (2019) El apego en la práctica terapéutica. Desclée de Brouwer
- Bowlby, J. (2010) Una base segura. Aplicaciones clínicas de una teoría del apego.Paidós
Qué importante por tanto entender y respetar esta desconfianza con la que llegan y poder intervenir des del abordaje del trauma que implica: dar tiempo, dar confianza, no exigir, no penalizar, validar, dar espacio para que hablen de sus múltiples vivencias de trauma…todo lo contrario de lo que sucede cuando llegan “obligadas” por las instituciones que habéis señalado: SS, infancia.
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12 de marzo de 2022 a las 19:31 #2198Participante
ANA ISABEL ALONSO CALDERON
Buenas tardes:
Por no repetirme demasiado estoy de acuerdo con mis compañeras sobre los tipos de violencias enumeradas. Añadiría simplemente que he echado de menos que en todos los casos no se mencionado en ningún momento la coordinación institucional que creo que en estos casos tan complejos y reales que se dan es tan necesaria, pues los/as profesionales podemos caer en el “parcelación” de la visión de la mujer, olvidándonos de su integralidad, dando lugar a que ella tenga que reproducir su historia constantemente en diferentes ámbitos y esto ya supone en si mismo un mal-trato.
Nos olvidamos que en las personas que atendemos confluyen:
.Amenazas para su vida como pueden ser el consumo de drogas, enfermedad mental, las violencias mencionadas y episodios vitales que han dejado y dejan su huella interna.
.Dificultades propias (carecer de una red social y familiar saludable, aislamiento, precariedad económica, etc.) y de la organización del sistema en la que todos estamos inmersos, donde aún permanece el modelo patriarcal en la mayoría de las sociedades y culturas.
Nosotras/os como profesionales sensibles a su situación hemos de apostar por ellas, darlas oportunidades que las construya y reconstruya como mujer con todas sus fortalezas, haciéndolas visibles tanto para ellas mismas como para su entorno. Respetándose y respetándolas. Luchando por su dignidad.
En relación a los sentimientos y emociones que me despiertan además de lo mencionado en las intervenciones anteriores, añadiría que en algún momento si me genera una cierta confusión mental pues aunque mi labor se desempeña desde el Trabajo Social en un CAID, me pregunto muchas veces cual sería el planteamiento más coordinadamente adecuado a la hora de intervenir en cada uno de los casos que nos llegan y por dónde empezar pues hay muchas heridas, mucho malestar, cual puede ser el plus de mi atención e intervención. El acompañar a estas mujeres a “tejer” su vida requiere respeto, paciencia, empatía, escucha activa, reconocimiento, confrontación, etc. etc. ser conscientes que “algún punto” se la puede soltar pero hay que seguir tejiendo con ellas para que esa “bufanda” la envuelva, no la ahogue.
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13 de marzo de 2022 a las 11:12 #2200Moderador
Maite Tudela
Qué bonita metáfora, Ana Isabel, la de ayudarles a tejer una bufanda que las envuelva pero no las ahogue…
Muchas gracias también por traer a debate uno de los temas fundamentales para conseguir una intervención eficaz en estos casos de tan alta complejidad, la de la necesaria coordinación entre los diferentes servicios que intervienen o deben intervenir en sus procesos de recuperación.
Bajo mi punto de vista este es uno de los retos que tenemos encima de la mesa a día de hoy, el de poder sentar en la misma mesa a los y las diferentes profesionales que intervienen en un caso des de las diferentes redes implicadas.
La deseable idea de poner a la persona en el centro y no duplicar intervenciones, confundir a las mujeres y revictimizarlas haciendo que expliquen una y mil veces sus dolorosas historias vitales.
Desde mi experiencia, cuando esto se consigue mejora sustancialmente la evolución y la vivencia de las mujeres. Actualmente, desde un programa que coordino en un municipio de Catalunya, Vilanova i la Geltrú, se ha creado una comisión de trabajo formada por profesionales de referencia de.: CAS (servicio ambulatorio de drogas); SIE (servicio de referencia de atención a las violencias), CSMA (centro de salud mental) , un programa de acompañamiento a la vida autónoma (ACTUA MUJER), y un piso de la red de violencia especializado en atención a mujeres con trastorno mental. Está resultando una experiencia muy gratificante que nos ayuda a intervenir de manera mas coordinada, sumando esfuerzos y ahorrando sufrimiento a las mujeres.
¿Conocéis experiencias de este tipo en vuestros territorios?
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13 de marzo de 2022 a las 08:27 #2199Participante
Paloma Santiago
¿Qué tipos de violencias habéis podido identificar en ellos?
Los tipos de violencia identificados son:
- Violencia de género en el ámbito de la pareja, tanto física como psicológica (Caso María, Caso Sandra, Caso Lara).
- Violencias sexuales en contextos de ocio nocturno y mediadas por el consumo de sustancias (Caso Esther).
- Violencias Sexuales en la Infancia (Caso Marina).
- Violencia económica, que podemos inferir del “Caso Sandra” cuando sus amigas del barrio la ayudan económicamente a salir de esta relación violenta que mantenía).
- Violencia Institucional.
Esta violencia se refleja en el “Caso Marina” por ejemplo a través de toda una cadena de errores que ya se producen desde el momento en que Marina comienza a ser abusada por su padre y culminando en el <u>proceso judicial</u> caracterizado por, entre otras cosas, tener que declarar en múltiples ocasiones, la falta de cualificación y formación de género de los agentes que conforman el sistema de justicia penal que hace que actúen con criterios discriminatorios y estereotipados (p.e. tanto ella como su madre son cuestionadas), y revictimizan a la paciente. En este mismo caso también se evidencia esta Violencia Institucional cuando sus <u>Derechos Sexuales y Reproductivos</u> (DSyR) no han sido garantizados desde los Servicios que la atienden, de hecho se ejercen una fuerte presión para que aborte “ella no acaba de interrumpir los embarazos convencida, sino bastante coaccionada bien por su pareja o por su madre o por el personal de los CSM o de los Centros de Adicciones”
Otro tipo de violencia Institucional se refleja, claramente en el “Caso Lara” cuando expone que “ingresar en una CT (…) y hace un buen proceso pero no logra hablar de los conflictos que le suponen su seropositividad con sus compañeros de grupo, en aquel momento 23 hombres y 2 mujeres”. En este sentido la <u>proporción de hombres y mujeres</u> está mucho más desequilibrada que en otros servicios orientados a la abstinencia es por ello que los Servicios están menos pensados para sus realidades específicas, ya que, entre otros factores, apenas contamos con <u>datos desagregados</u> por sexo.
¿Tienen parecidos con casos reales que os habéis encontrado en vuestra práctica diaria?
Sí sobre todo los relativos a la Violencia Institucional en relación al ejercicio de la <u>Maternidad</u> y el no desarrollo de un servicio y <u>Normativa</u> específica para mujeres (p.e. se mezclan agresores con víctimas, no existen grupos de mujeres, y mucho menos de hombres que cuestionen sus privilegios)
¿Qué elementos relacionados con la socialización de género se repiten en la mayoría?
Todas las violencias expuestas se deben al sistema en el que vivimos. Un sistema de opresión androcéntrico, patriarcal, hegemónico, jerárquico que se basa en la desigualdad de género y en la violencia porque excluye a sujetos y realidades que no se ajustan a todo eso que la sociedad ha catalogado cómo femenino y cómo masculino.
Todas ellas parecen sentir culpa y vergüenza por el hecho de ser mujer per se y drogodependientes. El consumo de drogas representa una hipérbole de la masculinidad, en cambio las mujeres cuando presentan un problema de adicción se está alejando de lo que se espera de ellas, es una desobediencia a la feminidad asociada a los mandatos femeninos de la prudencia, la calma y el autocontrol. En la base de esto subyace la división patriarcal entre las “mujeres buenas” y “las mujeres malas”. Así pues del incumplimiento de esta normativa ellas son castigadas, penalizadas hecho que justifica que sean agredidas, su palabra sea cuestionada, sean estigmatizadas, se aíslen, se encuentren solas, sus problemas sean invisibilizados, etc. Todos estos factores, entre otros, hacen que todas ellas o bien se incorporen más tarde a los Centros de Atención a las Adicciones o abandonen los servicios de atención a drogodependencias. Además los recursos de atención a los que acuden carecen de PG, están altamente masculinizados – recordemos que lo masculino es la norma.
Utilizan los consumos como estrategia de afrontamiento para evitar el malestar generado por las violencias de género que viven, la no valoración de la sobrecarga del cuidado de los hijos, de la discriminación que sufren en razón de su orientación sexual, etc.
Todas ellas presentan dificultades para poner límites (mandato de complacencia), especialmente con la pareja, lo cual las sitúa en una situación de mayor vulnerabilidad. Recordemos que la socialización de género femenina incluye la necesidad de cumplir los deseos de la pareja (idea del amor romántico). Muchas se inician sus consumos en pareja cediendo probablemente a la presión de la pareja chico para complacerlo por ese mandato de género de “estar siempre para el otro”.
¿Qué emociones os despiertan como profesionales estos casos?
Por una parte me aparecen emociones de incomprensión, rabia y fracaso del Sistema a la hora de acompañar a estas mujeres, ya que lo único que se atiende es su problema de adicciones. A penas existe un análisis interseccional – holístico – en los casos expuestos (p.e ser mujer, trauma, padecer VIH, orientación sexual, maternidad, etc), y tampoco existe una mirada h feminista a sus problemáticas – evaluación-, ni en el acompañamiento -intervención- de sus procesos.
Por otra y ante la lectura de algunos casos me han emergido varias cuestiones a analizar. Una de ellas es la idea del mito del agresor como un ser malvado, excesivo, cruel, demente, que premedita sus actos y está fuera de la norma social – en la mayoría de las veces el agresor es un conocido niña/mujer–, otra el mito de la violencia mutua, y la última mi tendencia a patologizar a las mujeres- y a los varones también; no todas las personas que han sufrido violencia sexual en la infancia desarrollan las mismas problemáticas, y no todas las problemáticas se deben a un único hecho vital. Gracias a este curso he podido detectar y revisarme este imaginario simbólico, muy en la base de mi socialización, y en la que destaco, entre otros factores, mi formación sesgada, carente de Perspectiva de Género.
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13 de marzo de 2022 a las 11:36 #2201Moderador
Maite Tudela
Muchas gracias Paloma por tus acertadas reflexiones. Me alegra escuchar que las formaciones nos sirvan para revisar nuestros propios prejuicios. Creo que se trata de un aspecto imprescindible para trabajar en este campo, la revisión personal continua junto con la formación.
Por otra parte, has traído un tema también muy relevante que es la importancia de ofrecer espacios grupales de género, tanto para las mujeres como para hombres. En estos últimos, como tu bien dices es necesario que tomen consciencia de su posición de privilegio pero a la vez también de cómo el mismo sistema patriarcal los encorseta conllevando obstáculos también a ellos en su recuperación. Entre algunas, podemos destacar cómo el mandato de “correr riesgos, buscar sensaciones ” empuja a los jóvenes (y a los no tan jóvenes)a tener que demostrar que se atreven a realizar conductas de riesgo a fin de ser valorados y aceptados por su grupo de iguales. Otro mandato que impacta de pleno es el de “no poder demostrar sus emociones por no ser considerados débiles”; la resolución de conflictos a través de la agresividad, el poder adquisitivo como fuente de reconocimiento y poder, etc.
Todos estos temas deberían poder ser tratados desde espacios conducidos por profesionales con formación en género que puedan actuar a la vez como alternativas a la masculinidad hegemónica.
Os dejo la referencia de un manual muy interesante para trabajar con hombres en perspectiva de género:
Martínez-Redondo, Patricia; Luján-Acevedo, Fabián (2020). Hombres y Adicciones.
Intervención desde perspectiva de género. Madrid: UNAD -
13 de marzo de 2022 a las 21:01 #2205Participante
María Victoria Serrano García
Efectivamente como cuentan las compañeras, es muy alta la precariedad social, económica y familiar, con la que se encuentran muchas de las mujeres que acuden a los CAID, una vez consiguen la abstinencia.
No tenemos que olvidar que desgraciamente, aún en muchos de los servicios ambulatorios para este fin (dependencias), se pone el peso del tratamiento en la abstinencia, olvidando muchas veces que la ayuda social en MUY IMPORTANTE para la total recuperación de estas mujeres. Creo que la recuperación no se tiene que quedar en el simple hecho de darles pastillitas y que dejen de consumir, viven en una sociedad en la tienen que trabajar, comer, tienen familias e hijos etc. Y esto no es un camino corto, como dice la compañera Ana Isabel hay que seguir ayudándolas a “tejer su vida” hay que dejar de poner el peso en la abstinencia y mirar más adelante. Y al igual que mis compañeras siento rabia, frustración por darte una y otra vez con la pared, de verlas luchar por recuperarse y ver como les cierran puertas. Y de no parar de saltar barreras institucionales un día y otro día.
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14 de marzo de 2022 a las 18:46 #2220Moderador
Maite Tudela
Efectivamente María Victoria, creo que la idea de no centrar toda la atención en si consiguen la abstinencia o no es fundamental. En muchos de los casos que tratamos, las drogas son un problema más de las múltiples dificultades que interseccionan en sus vidas: pobreza, falta de apoyos sociales, experiencias penitenciarias, experiencias migratorias, problemáticas de salud mental, sinhogarismo, etc. y un abordaje efectivo es aquel que da respuesta a las necesidades que ellas prioricen (aunque no coincidan con las que tenemos los diferentes servicios que intervenimos).
Tal vez ya os hayan hablado de ellas ya en el curso pero una de las experiencias más interesantes que conozco como programa de reducción de daños especializado en mujeres es Metzineres dirigido por Aura Roig i por la cooperativa que lleva el mismo nombre del programa. Tenéis toda la información en su página web. Se trata de una programa diseñado y conducido desde la perspectiva de género con un enfoque feminista interseccional y que contempla des de un principio la participación real de las mujeres.
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