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  • Este debate tiene 4 respuestas, 4 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 1 año por Marina Castrillo Esteban.
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    • #2140
      Moderador
      Maite Tudela

      ¿Cómo han afectado las normativas de los centros de tratamiento en estos casos?

      ¿Creéis que las normativas de los centros, en especial las de los centros residenciales, tienen en cuenta la perspectiva de género?

      ¿Qué obstáculos encontramos en los equipos a la hora de adecuar las normativas a la perspectiva de género?

      Tenéis experiencias al respecto de alguna buena práctica?

    • #2147
      Participante
      Sonsoles Guio Fontes

      El palacete del dramaturgo CArlos Arniches, Los Almendros, en MAdrid,  albergaba hace años,  un recurso  residencial terapéutico para mujeres, concertado con la entonces,  Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid. La parcela cayó en desuso cuando en 2012 tal concesión llegó a su fin. una pena, y otra vía de desigualdad para las mujeres al perder este recurso.

      este quizas pueda ser un ejemplo, de como se siguen priorizando recursos mixtos, no teniendo en cuenta necesidades específicas d las mujeres. ojala se reconsideren.

       

    • #2204
      Participante
      Paloma Santiago

      ¿Cómo han afectado las normativas de los centros de tratamiento en estos casos?

      Tal y como se refleja en el reciente informe publicado por el Ministerio de Sanidad “Situación en España de la violencia de género y el abuso de sustancias” (2022), cuando una mujer presenta un historial de violencia, tanto si es antecedente como consecuente a la historia de consumo abusivo o al desarrollo de una adicción, no suele resultar conveniente, en términos terapéuticos, insertarla en un espacio “mixto”, ya que, tal y como se evidencian en los casos expuestos y en mi práctica profesional, las características de estos entornos de tratamiento precipitan que ellas pongan en marcha toda una serie de estrategias emocionales y de supervivencia aprendidas, que no son beneficiosas ni para sí mismas ni para sus procesos de recuperación. Estas dinámicas relacionales se evidencian claramente en los Recursos Convivenciales tradicionales, – ubicados en espacios alejados de la comunidad, con gran aislamiento del entorno habitual, y donde la ratio de mujeres frente a los hombres es mucho menor-, frente a los Servicios de Tratamiento Ambulatorios o si el espacio residencial fuese realmente mixto, en un entorno urbano y con menos aislamiento del exterior.

       

      Así pues las historias de violencia de las mujeres víctimas de violencia de género han marcado, en muchas ocasiones, su forma de vincularse, tal y como queda ilustrado en el “Caso Marina”, “Caso Sandra” y “Caso Esther”, y que se reproducen en las Comunidades Terapéuticas estableciendo relaciones similares a las pasadas con los hombres con los que conviven en tratamiento. Este patrón aprendido, y no atendido, es el que precipita de manera “inevitable”, que las pacientes abandonen o sean expulsadas del centro – por “incumplimiento de normativa”- ya que muestran conductas “hipersexualizadas” y se vinculan sexo-afectivamente con sus compañeros – revictimizándose posteriormente.

       

      ¿Creéis que las normativas de los centros, en especial las de los centros residenciales, tienen en cuenta la perspectiva de género?

       

      Las normativas de la mayoría de los centros, en especial las de los centros residenciales, no tienen en cuenta la Perspectiva de Género. Son espacios que carecen de una mirada feminista, la proporción de ocupación en función del sexo supera significativamente el número de varones al de mujeres, están altamente masculinizados en cuanto a su funcionamiento, con normativas muy rígidas basadas “lo que está bien y lo que está mal”. En el caso de las mujeres esto, más que ayudarles, las vuelve a dejar en esa posición de sumisión (no son espacios de empoderamiento), además no se interviene, no se las acompaña, en los efectos emocionales, psicológicos y comportamentales que tienen las violencias que han sufrido (p.e. se las penaliza si se muestran como seres deseantes – esto está directamente relacionado con el mito “por qué vas así vestida”- reproducen patrones de vinculación aprendidos), o si se hace es de manera normativa patriarcal.

       

      A partir de los resultados obtenidos en distintas investigaciones desde la PG evidencian cada vez se hace más necesario revisar y adaptar normativas y formas de funcionamiento de estos espacios tradicionales mixtos, y/o crear recursos específicos para mujeres víctima de violencias y adicciones (Castaños et al., 2007; Martínez-Redondo, 2009; Arostegui y Martínez-Redondo, 2018). A modo de ejemplo, y tal y como ilustra Ana Burgos, se pueden modificar las infraestructuras de los espacios mixtos creando espacios seguros para las mujeres, tener habitaciones separadas por sexos en distintas plantas, habitaciones para parejas en las plantas de las mujeres, baño y aseos dentro de las habitaciones – son los lugares donde se han detectado muchas violencias-, seguridad de los espacios comunes, tanto real como percibida, espacios no mixtos y espacios de respiro, donde puedan interrumpir las violencias y donde puedan ser atendidas en situación de crisis. En cuanto a la normativa esta debe garantizar la participación de las mujeres. Como sabemos en un mundo patriarcal la palabra de la mujer tiene menos valor, la participación es menor y cuando participan son menos escuchadas. En este sentido se pueden realizar, dentro del recurso, asambleas semanales con las personas usuarias desde la PG, adaptar todas las normativas con una mirada feminista, la flexibilidad en los propios servicios entendiendo el camino tan difícil, largo, complejo y diverso de las mujeres que presentan problemas de adicciones, y que se expliciten, dentro de la propia Normativa, las sanciones a la violencia de género que se puedan ejercer en los Servicios.

      ¿Qué obstáculos encontramos en los equipos a la hora de adecuar las normativas a la perspectiva de género?

      1. Falta de Formación y Sensibilización. Tal y como se recoge en el libro “Mujeres y drogas: prevención de recaídas desde una Perspectiva de Género” (Arostegui y Martínez-Redondo, 2018), y a partir de la propia experiencia profesional y personal, el equipo de profesionales que trabajamos en adicciones también estamos atravesados por las creencias sociales más arraigadas (p.e. roles sexuales, estereotipos y mandatos de género). Es por ello que se hace necesario: (a) aumentar la formación y la sensibilización en materia de género, adicciones y su interseccionalidad, para identificar y transformar nuestro imaginario simbólico, y sus prejuicios asociados, de lo femenino frente a lo masculino y (b) generar espacios externos/internos de supervisión de la intervención. Todo esto redundará en una mejora en nuestro acompañamiento en el proceso de recuperación a las mujeres con problemas de adicciones y víctimas de todo tipo de violencias – casi el 100% de ellas.

       

      1. Dificultades en horarios y tiempo para compatibilizar/conciliar la formación con la práctica profesional y personal. Gracias a que las horas formativas se incluyen dentro de los horarios profesionales se reduce este hándicap, no obstante, en ocasiones la falta de Recursos Humanos en los dispositivos interfiere.

       

      1. Integrar la visión de género no solo supone favorecer el empoderamiento de las mujeres y atender a su interseccionalidad sino también deshacer los privilegios masculinos. No obstante la carencia de datos desagregados, métodos, técnicas y herramientas basadas en la evidencia dificulta integrar la dimensión de género en todas las fases. Es necesario que generemos más investigación y la difundamos.

       

      ¿Tenéis experiencias al respecto de alguna buena práctica?

      La única práctica que tengo a día de hoy es este curso de formación, y estoy deseando de conocer de manera directa y vivencial nuevas experiencias que amplíen mi desarrollo profesional.

    • #2250
      Moderador
      Maite Tudela

      Ciertamente habéis hecho un buen repaso de muchos de los obstáculos que se encuentran las mujeres derivados del diseño de servicios sin perspectiva de género.

      Subrayando algunos de ellos e intentando aportar posibles soluciones:

      1/ Centros masculinizados (especialmente los servicios residenciales donde esto se hace más patente).  Paloma aporta alguna posible alternativa como es separar espacios hombres/mujeres para aumentar la seguridad que me parece muy acertada.

      Otra práctica que está bastante arraigada en centros residenciales mixtos es tener unas plazas fijas reservadas para mujeres que, dado que la demanda suele ser inferior, siempre son mucho más bajas (ej: dejamos una habitación de 4 para mujeres, frente al resto de 26 plazas para hombres). La solución a este obstáculo es no dejar unas plazas fijas reservadas sino tener la flexibilidad de adaptarlas según la demanda. Ya se que esto no es tan sencillo por cómo son las infraestructuras y por los sistemas de financiación pero he visto centros que lo ponen en práctica y mejora la situación.

      Otra buena práctica sería que, por voluntad política y técnica de las administraciones (si es que tienen la potestad de gestionar los ingresos o de las entidades sociales) se decidiera buscar la paridad. Esto significaría discriminar positivamente las admisiones de mujeres sobre los hombres.  ¿Cómo veríais esta práctica?.

      2/ Normativas que penalizan estilos relacionales en las mujeres derivados de los mandatos de   género como: “yo tengo valor en función de tener pareja, de gustar a los hombres, de mostrar un aspecto físico valorado socialmente como femenino”, etc.

      Este es uno de los obstáculos clásicos de los centros residenciales, la penalización de estas conductas que muchas veces llevan a que sean expulsadas de los procesos. También, por mi experiencia, es una de las normativas que más cuesta de cambiar en los equipos. Cuando planteas que no es justo castigarlas por comportarse como el sistema sexo-género espera de ellas, surgen todos los miedos: “ si no penalizamos las relaciones esto va a ser ingobernable! Sólo vamos a estar hablando de estos temas!…Por mi experiencia, lo único que consigue mover poco a poco estas prácticas es la sensibilización y formación en perspectiva de género de los equipos.

    • #2332
      Participante
      Marina Castrillo Esteban

      Buenas tardes Maite y Gisela, espero no llegar tarde a realizar esta pregunta.

      Me gustaría consultaros que tras realizar el cuestionario de evaluación del Módulo V y en relación a este tema de “Normativas de los centros de tratamientos” me da como INCORRECTA la siguiente respuesta:

      En cuenta a la penalización por las relaciones sexo-afectivas en recursos residenciales mixtos:

      -Es una normativa que penaliza especialmente a las mujeres que es encuentran en recursos altamente masculinizados y esta pensada desde una lógica patriarcal y punitivista. 

      Según lo que he estado leyendo en el foro y lo compartido en el módulo en mi parecer si que sería la respuesta correcta. Simplemente quería compartirlo con vosotras ya que me ha creado un poco de confusión.

      Muchísimas gracias por todos los contenidos,

      Marina

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