La literatura científica recoge la prevalencia del trastorno de estrés post-traumático asociado al consumo de drogas. Ambos se correlacionan entre sí, complicando el abordaje terapéutico. Así pues es muy importante saber detectar ambos diagnósticos ya que su coexistencia y su curso evolutivo se ven implicados en el resultado de las actuaciones terapéuticas.
La disociación constituye una de las principales complicaciones que existe en estos abordajes.
Su tratamiento integral, por lo tanto, es básico para mejorar el pronóstico de ambos procesos y, en muchas ocasiones, y a atendiendo a la baja formación de algunos profesionales no se está teniendo en cuenta. Esto propicia que, por ejemplo, tras la finalización de un tratamiento intensivo de Desintoxicación y Deshabituación, la mujer al retornar al entorno habitual vuelva a reproducir dichos guiones aprendidos de violencia y adicciones.
Se hace necesario contar con una guía de acompañamiento de eficacia contrastada y con mirada feminista que permita abordar las secuelas del trauma vivido por las pacientes que reciben tratamiento por su adicción.