Cuando indagamos en las razones dadas por las mujeres para el mantenimiento del consumo, hemos obtenido respuestas diferentes: en casi todos los casos, evadirse, no pensar, sobrellevar su vida. También hemos detectado que en mujeres que tienen un Trastorno de la Conducta Alimentaria, utilizan la cocaína para no tener hambre y, además, tener suficiente energía para llevar a cabo las tareas domésticas, el trabajo, el cuidado de su familia, etc. La combinación de alcohol y psicofármacos es particularmente frecuente entre las mujeres de más edad, con una relación de pareja que suele esconder malos tratos. Lo terrible en muchos de esos casos es que la mujer no los identifica como tales a pesar de llevar padeciéndolos desde hace décadas.
En todos los casos, podemos identificar los mandatos de género, según los cuales las mujeres tenemos que ser buenas madres, buenas esposas, buenas hijas, trabajadoras competentes y estar siempre listas para pasar revista, con una sonrisa.
Nos sigue quedando mucho camino por andar, tanto a las mujeres como a los hombres.